Consejo motivador: Limpia el pasado

Pon tu casa en orden.
Es imposible pensar con claridad cuando estás abarrotado de cosas.
Mira a tu alrededor.
¿Hay montones de libros, videos, CD, cartas,
papeles, vestidos o adornos que ya no utilices?
Todo esto socava tu energía.
Busca un día para limpiar y ve habitación por habitación,
armario por armario, busca en el garaje o en el cobertizo.
Vende, tira o envía tan lejos como puedas todo lo que no necesitas.
Llevamos como promedio,
sólo el quince por ciento de la ropa que guardamos en los armarios.
Si no te has puesto algo desde hace un año, líbrate de ello.
Haciendo esto te sentirás con más energía y más preparado para seguir adelante.
Disfruta teniendo menos; no es necesario que vuelvas a llenar el espacio.
Rodéate de los objetos que te gustan.

Fuente: Sé tu propio coach - Fiona Harrold

Cuento: En qué nos estamos equivocando

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios ATUNES muy grandes. El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo. El mexicano replicó:
- ¡Oh! Sólo un ratito.

Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para pescar más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia. El norteamericano volvió a preguntar:
- ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?
El mexicano contestó:
- Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

El norteamericano dijo con tono burlón:
- Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediario, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercializació n. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.

- Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?

- De quince a veinte años.

- Y luego, ¿qué?

El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

- Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.

- ¿Millones, señor? Y luego, ¿qué?

Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.
- - Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor. ¿Por qué tengo que esperar veinte años?

¡Hay que replantearse la vida, amigos!

Cuento coaching: Como reaccionamos ante las dificultades

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.

Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿Qué ves?"; "Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: - "¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. "¿Cuál eres tú, hija?, Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?", le preguntó a su hija.

¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿Eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.

Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas en forma positiva, sin dejarte vencer y haces que las cosas a tu alrededor mejoren, que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumina tu camino y el de la gente que te rodea. Esparces con tu fuerza y positivismo el "dulce aroma del café".

¿Y tú?, ¿Cuál de los tres eres?

Cuento motivador: Obstáculos en el camino

Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Luego se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda piedra.

Algunos simplemente la rodearon. Muchos culparon a la autoridad por no mantener los caminos despejados, pero ninguno de ellos hizo nada para sacar la piedra del camino.

Un vecino del pueblo que vivía en el sitio más descampado, pasaba por allí exhausto con un fardo de leña sobre sus hombros; y la vió. Se detuvo, luego se aproximó a ella, puso su carga en el piso trabajosamente y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y empujar hasta llegar a fatigarse mucho, con gran esfuerzo, lo logró. Mientras recogía su fardo de leña, vio una pequeña bolsita en el suelo, justamente donde antes había estado la roca. La bolsita contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey diciendo que el premio era para la persona que removiera la roca como recompensa por despejar el camino.

      REFLEXIÓN
     
Cada obstáculo puede estar disfrazando una oportunidad, tanto para ayudar a los demás como para ayudarte a ti mismo.

Consejo: Habla menos

La gente poderosa habla poco. La gente poderosa no pierde palabras,
ni habla por hablar sobre nada en particular o va a la deriva de una charla a otra.
Las personas poderosas piensan lo que quieren decir y expresan sus pensamientos con claridad
y con intencionalidad a la gente relevante.
Se sienten a gusto consigo mismas; no necesitan venderse a los demás
puesto que ya están vendidas a sí mismas, Nunca discuten,
puesto que no tienen que ganar ningún punto, ni que defender ninguna posición.
Todos nosotros conocemos al menos una persona cuya seguridad interior,
compostura y comodidad la hace irresistible y enigmática.
La forma más efectiva de hablar es la brevedad.
Intenta escuchar al menos dos veces, como cuando tú hablas.
Cuando digo escuchar, digo escuchar plenamente,
sin pensar en tu réplica mientras la otra persona está hablando.
Cuando escuchas de este modo,
la otra persona se siente apoyada por tu presencia.
Puedes abandonar cualquier necesidad de dominar, persuadir o competir.
Te sentirás profundamente seguro,
gracias a tu habilidad de escuchar
y permanecer en silencio y,
haciendo algo tan simple como esto, conseguirás un gran carisma.
Cuando te sientes a gusto contigo mismo,
no necesitas ser aceptado o apreciado por los demás,
puesto que ya te aceptas y te aprecias a ti mismo.

Fuente: Sé tu propio coach - Fiona Harrold